«Nosotros/as los echamos de menos a ellos/as (a los/sa voluntarios/as) y ellos/as a nosotros/as»: así es como han vivido en la Residencia de Mayores Abhal de Luarca (Valdés), los meses durante los cuáles, por culpa de la pandemia del coronavirus, el voluntariado no ha podido prestar apoyo a los/as residentes. Goretti Fernández, Terapeuta Ocupacional, recuerda con cierto alivio cómo, pese a que no se ha recuperado la normalidad, sí es cierto que en las últimas semanas se permite ya al voluntariado prestar apoyo a las personas mayores, en salidas al exterior. Pendiente queda para más adelante, permitir el acceso al interior del establecimiento residencial.
Quince personas forman el grupo de voluntariado que, antes de la pandemia, participaba con las personas mayores en multitud de actividades: excursiones, talleres de baile, clases de informática, musicoterapia… Algunos/as se han adaptado a la situación actual y han decidido colaborar en las salidas al exterior, de las que disfruta «un grupo reducido de residentes, los que quieren salir o los que nosotros detectamos que necesitan hacer algún recado». De manera que, en este momento, los/as voluntarios/as «pueden venir a diario pero solicitando cita previa, lo que dificulta todo un poco más», explica Goretti, «porque necesitas una organización tremenda», para saber quién acude y a qué residente le apetece salir en un día y a una hora concreta.
Aunque para volver a la situación anterior a la pandemia «todavía nos queda recorrido», afirma que una Residencia como la de Luarca tiene por objetivo fundamental «cambiar la visión que todavía se puede tener de lo que eran las antiguas residencias». Porque «aquí, no se suele venir hasta que tienes a un familiar viviendo, por eso ponemos tanto empeño en organizar actividades intergeneracionales». Y en eso siguen, en modificar el concepto de lo que es una residencia porque, «una vez que entras, te das cuenta de toda la vida que hay aquí dentro».