La Consejera de Cultura, Política Llingüística y Turismo, Berta Piñán, y el Director General de Cultura y Patrimonio,Pablo León, han inaugurado este viernes en el Museo Etnográfico de Grandas de Salime “Pepe el Ferreiro” una sala dedicada a José María Naveiras Escanlar (creador e impulsor del Museo) acompañados de la esposa de Pepe el Ferreiro, Olga García, y de sus hijos Roberto, Pablo y Belinda Naveiras, y de miembros de la Asociación de Amigos del Museo.
El Museo amplía así su exposición con un espacio dedicado al Ferreiro en el área polivalente de la Casa del Molinero, en el que se pueden ver su lugar de trabajo, con sus cuadernos y material en la mesa, además de paneles en los que se repasa el legado tangible e intangible de Pepe el Ferreiro, desde su visión integral de recuperación del patrimonio hasta su apuesta por la creación de un “Museo vivo” que reuniese las piezas, sistemas de trabajo, técnicas y costumbres de la sociedad campesina tradicional.
La sala se completa con un audiovisual con material gráfico procedente de los fondos del Museo, de la Asociación de Amigos del Museo y de la familia Naveiras y con algunos de los diplomas y trofeos que se le concedieron en su día como reconocimiento de su labor, cedidos por su familia para su exposición.
“Pepe el Ferreiro”, de la mirada de un autodidacta a su legado
José María Naveiras Escanlar, “Pepe el Ferreiro”, nació y creció en una familia campesina con larga tradición de ferreiros. Por su trabajo en el taller de carpintería metálica en Grandas de Salime, visitaba con frecuencia las casas del concejo, en las que era habitual la presencia de útiles y herramientas abandonados. Sin una idea aún definida sobre qué hacer con ellas, comenzó a reunir piezas que, habiendo perdido su uso, se habían convertido en trastos viejos, condenados al abandono o al fuego.
Su curiosidad natural no se limitó al rescate de piezas etnográficas. Su visión del patrimonio fue desde el principio integral, trascendiendo la mera acumulación artefactual de un coleccionista para interesarse por los procesos de producción, la estructura del territorio o la recuperación de oficios, actividades, técnicas y manifestaciones culturales, saberes y conocimientos que se perdían a un ritmo aún más rápido que el repertorio material.
En 1979 era ya consciente de la necesidad de reunir, ordenar y de continuar rescatando todo ese patrimonio y así se lo planteó al entonces Consejero de Cultura y Deportes de la preautonomía asturiana, Atanasio Corte Zapico, y a Emilio Marcos Vallaure, gran conocedor del occidente asturiano y persona que ejercería un papel destacado en la creación del Museo. Hubieron de pasar varios años hasta que el 2 de junio de 1984 se inauguró el primer montaje del Museo en el bajo de la Casa Consistorial del concejo, con cuatro salas en las que se instaló el repertorio etnográfico reunido hasta la fecha y una muestra de material arqueológico reunido por Pepe el Ferreiro. El local disponible limitaba las posibilidades de expansión y condicionaba el desarrollo del discurso, pero estaban ya presentes sus principales líneas argumentales: la recreación de ambientes, el uso real de las piezas, la integración en el proyecto de artesanos y artesanas locales y la implicación de vecinos y personalidades de todo ámbito que habrían de favorecer la creación de la Asociación de Amigos del Museo Etnográfico de Grandas de Salime.
En 1989 la colección se traslada a la antigua Casa Rectoral de Grandas de Salime, edificio del siglo XIX habilitado como Museo tras una rehabilitación en la que también se integraron elementos estructurales recuperados por Pepe y varios vecinos del concejo entre las ruinas de los pueblos anegados por el embalse de Salime. La nueva ubicación constituyó en sí misma un elemento patrimonial que mostraba la estructura de la casa tradicional y permitía ampliar el área expositiva desarrollando con menos restricciones el concepto de “museo vivo” de José María Naveiras. Se sucedieron las demostraciones de oficios y actividades tradicionales, las jornadas y seminarios y se consolidó así la participación de artesanos y población local en la actividad diaria de la institución.
La necesidad de crecimiento del Museo se hizo evidente y se emprendió su ampliación, con edificios de nueva planta que reproducían arquitecturas tradicionales. Se instaló un molino hidráulico, además del hórreo, panera, cabazo y del edifico de A Casoa, y el Museo ganó también espacio para su actividad interna con un taller metálico y de carpintería y zonas para exposiciones temporales, actividades y despachos. En 2004 se inauguró la capilla, también de nueva planta, hito final de un período de constante crecimiento.
Aún sin llegar a ver cumplidas sus aspiraciones iniciales, José María Naveiras consiguió materializar el concepto de Museo integral y vivo, siendo resultado final una brillante recreación de los espacios domésticos y las actividades productivas tal y como los había conocido su cronista.
El Museo que hoy disfrutamos es el legado tangible de Pepe. Unánimemente reconocido como uno de los mejores en su género, con una colección material ingente, sirvió y sigue sirviendo de ejemplo e inspiración para la creación de otros museos, dentro y fuera de Asturias. Su legado intangible traspasará generaciones. El proyecto se ha convertido en uno de los principales catalizadores del sentimiento de respeto generado entre los propios vecinos hacia formas de vidas pasadas, pero no tan lejanas, y hacia los bienes que permiten recrear aquel mundo extinto en pocas décadas y que hoy es reivindicado como referente compartido y motivo de orgullo colectivo.