Entre junio de 2015 y septiembre de 2017, fueron sustraídos a apicultores de la comarca alrededor de 45 colmenas, 90 núcleos y 400 kilos de miel. Los hechos se «destaparon» cuando uno de los imputados comenzó a trabajar con el condenado, creyendo estar realizando trashumancias nocturas, se estaba viendo implicado en los robos efectuados. En cuanto supo que no era así, aun a sabiendas que tendría que sentarse en el banquillo, animó a uno de los damnificados a denunciar los hechos. Tanto la acusación particular como juez y Fiscalía retiraron la demanda al colaborador.