María Ángeles Rodríguez, presidenta de la Junta Gestora del Monte de Bustiello de Ayones, en Valdés, ha explicado el proceso iniciado años atrás, que ha culminado con la incoporación de ese monte al Fondo de Compensación de la Huella de Carbono del Principado, lo que permitirá conseguir beneficios económicos a los propietarios de ese espacio. La viceconsejera de Medio Ambiente, Nieves Roqueñí, le hizo entrega del título que les acredita como tales, el pasado martes.
El fondo de compensación de la huella de carbono del Principado recibió esta semana las primeras 6.762 toneladas de dióxido de carbono (CO2) procedentes de dos montes del concejo de Valdés: el de Bustiello de Ayones y el de Cheidosa Fandala. Esta cifra equivale a las emisiones anuales de 2.600 automóviles. Estas emisiones absorbidas podrán ser utilizadas para que empresas y otras organizaciones compensen el dióxido de carbono que producen, con una aportación económica para los propietarios de los montes. De las 6.762 toneladas disponibles, 6.603 corresponden a plantaciones de pino y castaño y 149, a eucaliptos.
La viceconsejera de Medio Ambiente y Cambio Climático, Nieves Roqueñí, fue la encargada de entregar a los propietarios de ambos montes los primeros certificados de inscripción en la sección B del registro de huella de carbono para la reducción, absorción y compensación de emisiones de gases de efecto invernadero. En el apartado B se inscribieron los proyectos de absorción de CO2 obtenidos por la plantación y gestión forestal sostenible, a modo de fondo de carbono regional.
La cantidad de las absorciones varía en función de determinados criterios: la superficie plantada, las especies utilizadas, su densidad y el período de permanencia. En el caso del monte de mayor tamaño, el del Bustiello de Ayones, se realizó una plantación en 2020 sobre 46,86 hectáreas con pino (Pinos pinatar) y castaño (Castañea sativa). En total, 36.222 árboles (32.424 de pino, con una densidad de 800 por hectárea, y 3.798 de castaño, con una densidad de 500 por hectárea). El otro monte se extiende por una superficie de 1,19 hectáreas plantada en 2019 y ocupada íntegramente con eucaliptos (Eucaliptus glóbulos), con un total de 1.012 ejemplares.
El periodo de permanencia en ambos montes es de 30 años, aunque en las fincas de eucalipto se realizará una corta y posterior plantación a los quince.
El registro de huella de carbono, creado mediante un decreto aprobado en julio de 2021, permite que empresas, organismos y entidades ubicadas calculen su huella de carbono e impulsen acciones para rebajarla. Entre otros objetivos, también persigue potenciar los sumideros biológicos, como sucede en este caso, añadiendo valor a las actividades forestales y agrícolas que pueden contribuir a estimular la creación de empleo verde y la fijación de actividad y población en el medio rural.
Los propietarios de las toneladas de carbono podrán llegar a acuerdos con contraprestaciones económicas para que empresas u organizaciones compensen su huella en los mercados de derechos de emisión, actualmente de carácter voluntario. “Estas iniciativas tienen gran potencial para ahondar en la descarbonización de la economía, porque la compensación de emisiones es indispensable para la neutralidad de carbono, el objetivo a alcanzar en 2050”, explicó Nieves Roqueñí.
Además de la sección destinada a los proyectos de absorción, el registro incorpora otras dos. La primera es la A, en la que se inscribe la huella de carbono que tiene una organización, medida en toneladas de CO2, y se certifica el proyecto de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que se compromete a desarrollar en los próximos años. Por su parte, la sección C precisa las toneladas que las compañías pueden compensar mediante el fondo de carbono.